ESTAMPA DOMINICANA

11 de abril de 2014

Cigarrillos electrónicos cada vez más populares

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El Henley Vaporium está ubicado en una zona bohemia de Manhattan y como todo lugar de encuentro para los jóvenes, ofrece amplios sillones, paredes de ladrillos rojizos y servicio amable. Pero nada de licor.

En lugar de ello, lo que se vende ahí son los cigarrillos electrónicos, conocidos aquí como "e-cigarettes", junto con frascos de nicotina líquida que puede ser inhalada como un vapor que imita al humo del cigarrillo tradicional.

Al entrar se percibe un olor a pastel de banana, y se avizora a un grupo de clientes conversando y "vaporeando" en torno a una mesita, o caminando hacia el bar para pedirle algo al "vapólogo".

Los lugares como The Henley, ubicado en la zona bohemia de Soho, son inusuales incluso en Nueva York. Pero "vaporear" se ha vuelto asombrosamente popular. En apenas unos ocho años, la cantidad de entusiastas de esta práctica en el mundo ha aumentado de unos pocos miles a millones. La tendencia, al parecer inventada por un farmaceuta chino, tiene ahora sus propias páginas de YouTube, sus asociaciones profesionales, sus asesores políticos, foros online y encuentros periódicos.

Los entusiastas consideran la práctica más sana que lo que ellos llaman "el cigarrillo análogo", es decir, el cigarrillo tradicional con tabaco.

La Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos piensa regular los cigarrillos electrónicos pero aún no ha emitido una normativa al respecto. Por ahora, la agencia estadounidense dice solamente en su sitio de internet que "los e-cigarettes no han sido aún estudiados con profundidad, así que los consumidores actualmente desconocen los riesgos reales", como por ejemplo cuánta nicotina u otras sustancias químicas son inhaladas, o si los nuevos cigarrillos "podrían llevar a la gente a usar ... los cigarrillos convencionales".

No se sabe aún si vaporear ayuda a los fumadores a dejar el vicio, o si lleva a los no-fumadores a adoptarlo. Es posible que vaporear sea más sano — y sobre ello hay opiniones encontradas — pero su costo es mucho más alto.

Will Hopkins, un joven de 21 años vestido con chaqueta negra de cuero, es un cliente regular de Henley. El joven, que se gana la vida paseando perros, antes fumaba una cajetilla de cigarrillos por día, hasta que lo dejó por los cigarrillos electrónicos.

Lo mismo le ocurrió a su amigo Will Gallagher, de 20 años, quien vaporea desde hace dos años y está contento con su sujetador cilíndrico de metal, decorado con el icono de un tigre y con caracteres chinos.

"Creo que ambos probablemente gastamos un poco más de mil dólares" para comprar los artefactos para los nuevos cigarrillos, dijo Gallagher, fotógrafo de profesión. "Me gusta la exclusividad asociada con vaporear, me gusta cambiar lo que hago de cuando en cuando".

Los dos amigos se entretienen probando distintos sabores, o armando, desarmando, o ajustando los artefactos, que pueden llegar a costar 300 dólares.

Los e-cigarettes consisten usualmente de partes metálicas con nexos de vidrio o plástico, y vienen en una gran variedad de formas y tamaños. Por dentro se va calentando una solución de nicotina líquida, emanando un vapor que se inhala.

El vapor se parece al humo del cigarrillo y se siente como humo de cigarrillo al momento de inhalarlo, dependiendo de la intensidad, que puede ir de cero nicotina a 24 miligramos o más.

En el 2006, las ventas de estos vaporizadores se realizaban principalmente por internet, o en pequeños quioscos en centros comerciales. Hoy en día hay más de 250 marcas y artefactos cuyos precios oscilan de unos pocos dólares a uno hecho de oro y diamantes, que cuesta 900.000 dólares y que supuestamente fue comprado por un magnate petrolero ruso.

Determinar si vaporear es más caro o más barato que fumar cigarrillos tradicionales depende de cuánto gasta uno en artefactos o líquidos, y con cuánta frecuencia uno lo practica. Un frasco de 15 mililitros en el bar Henley puede costar 12 dólares y puede llegar a tener la intensidad de cuatro cajetillas de cigarrillos, dependiendo de la intensidad y de cuántas veces se fuma. Los artefactos recargables necesitan tener baterías, lo cual implica más gastos.

En comparación, el costo de una cajetilla de cigarrillos tradicionales, de 20 cigarrillos, puede llegar a entre 5 y 15 dólares, dependiendo de los impuestos y del tipo de comercio en que se adquieren.

Algunas municipalidades y gobiernos estatales ya han emprendido medidas con el objetivo de prohibir estos artefactos al igual que hacen con los cigarrillos de tabaco, y en algunos estados ya está prohibida la venta a menores de edad. Hay quienes temen que estos nuevos cigarrillos podrían seducir a los jóvenes y volverlos adictos.

"Puede que sea fumar e-cigarettes, pero sigue siendo fumar", declaró el senador demócrata Richard Blumenthal, uno de cuatro senadores que firmaron una carta criticando a NBC y a la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood por un video sobre el nuevo producto, transmitido en enero durante la ceremonia de los Globos de Oro.

Los defensores de los nuevos cigarrillos sostienen que no sólo son sanos sino que ayudan a la gente a dejar de fumar. En el bar Henley, hay una pizarra donde los dueños han escrito todas las sustancias químicas que según dicen existen en los cigarrillos de tabaco y que los nuevos no tienen.

"Lo maravilloso de este producto es que puede tener cero nicotina, nada, así que el fumador lo que está fumando es puro vapor saborizado y agua", dijo Talia Eisenberg, una de las dueñas del local.

Eisenberg rechaza las denuncias de que los llamativos sabores de los "e-liquids" — como por ejemplo de sandía y de limón — son capaces de seducir a los inexpertos. Tampoco está de acuerdo con la idea de que las compañías de e-cigs deban tener prohibida la publicidad en televisión, como ocurre con las tabacaleras.

Aunque no ha habido una investigación a fondo del nuevo producto y no existe actualmente un organismo que los regule, está fácilmente disponible por internet, además de gasolineras, bodegas e incluso farmacias. Pero el bar Henley no le vende a los menores de 18 años.

¿Acaso no sería mejor ayudar a todos a abandonar todas las sustancias adictivas?

"Por supuesto, pero ¿acaso eso está funcionando? Nosotros estamos tratando de reducir los perjuicios a gran nivel", expresó el socio de Eisenberg, Peter Denholtz. Su madre falleció de cáncer del pulmón dos años atrás; él fumó cigarrillos por 36 años, pero hace cuatro se cambió a los "e-cigs".

Algunos practicantes, como Hopkins y Gallagher, se divierten ajustando los artefactos suplementarios. Denholtz los compara con los antiguos aficionados a la mecánica que desarmaban los televisores para ver cómo funcionaban.

"Está surgiendo una cultura nueva, en que la gente se entusiasma por estos artefactos, los arman y desarman y prueban todo tipo de líquidos. Es increíble lo que han logrado", comentó Denholtz.

Denholtz y otros dijeron que vaporear es simplemente una forma más sana de fumar, que logra imitar los aspectos más placenteros del cigarrillo normal y que ofrece un sentido social y comunitario, como los bares de hookah y de cigarros.

Xavier Armand, de 25 años, empezó a fumar los "e-cigs" hace unos tres años, y es propietario de una agencia de publicidad que ayudará al bar Henley a formar un club en torno al "sabor del mes".

"Siempre supe que fumar era malo para la salud. Mi mamá fumaba, pero yo no iba a probar esos tratamientos como la goma de mascar o el parche", expresó Armand. "A fin de cuentas, la mejor parte de fumar es el humo, y satisfacer la fijación oral. Mi agencia es como una versión moderna de 'Mad Men', donde en vez de fumar cigarrillos con tabaco, fumamos e-cigs".

Así como las estrellas de Hollywood hicieron que el fumar parezca elegante para el público de los años 30 y 40, hay celebridades que ahora están publicitando el nuevo tipo de cigarrillo.

En los Globos de Oro, Leonardo DiCaprio apareció fumando uno y luego le dijo a la AP que lo hacía "para aliviar un poco el estrés de la vida".

Otras celebridades le están haciendo publicidad también a los "e-cigs", como por ejemplo Jenny McCarthy, presentadora del programa de televisión "The View" y el actor Stephen Dorff. Ambos le hacen publicidad a Blu, una empresa de nuevos cigarrillos que recientemente fue adquirida por la tabacalera Lorillard.

Dorff, quien empezó a fumar hace 20 años, dijo en una entrevista reciente que la ventaja de los nuevos cigarrillos para él, es que puede usarlos en todo lugar.

¿Pero acaso sus amistades y familiares no quisieran que él dejara la nicotina totalmente, en todas sus versiones?

"Sí, probablemente", dijo Dorff entre risas, "pero hay muchas cosas malas en el mundo y lo que a mí siempre me ha gustado es fumar, me considero un fumador".

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