Por Ariel Vargas
El presidente Danilo Medina ya terminó sus consultas sobre la sentencia 168-13 y la futura ley de naturalización. Ni en toda su vida se hubiera imaginado que después de haber llegado a la presidencia le iba tocar una sentencia polémica, un Haití haciéndose siempre la víctima, unas mujeres extranjeras indecentes interrumpiéndole en un discurso, una OEA jugando al thriller político, un Caricom y su presidente malcriado como haciendo de muchacho de mandado.
El presidente Danilo Medina ya terminó sus consultas sobre la sentencia 168-13 y la futura ley de naturalización. Ni en toda su vida se hubiera imaginado que después de haber llegado a la presidencia le iba tocar una sentencia polémica, un Haití haciéndose siempre la víctima, unas mujeres extranjeras indecentes interrumpiéndole en un discurso, una OEA jugando al thriller político, un Caricom y su presidente malcriado como haciendo de muchacho de mandado.
Y mientras están los dimes y diretes a favor o en contra de la sentencia entre los supuestos traidores y supuestos patriotas, los sabelotodos de ventorrillos, la visa de papel de Juliana Deguis, el presidente prefiere yuxtaponer las diferentes ideas y matices de dos ex-presidentes, dos candidatos, un aliado, un abogado y un cardenal.
Y es que el presidente quería llegar a la presidencia para reconstruir una casa para todos. Pero las reglas sólo pueden entrar quienes ya vivían ahí, los que se quieren mudar de mala fe tiene que probar que son de la familia aunque lleven el apellido. Porque sólo hay cemento y varilla arreglar las habitaciones y no para que desaprensivos vivan en el patio.
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