La relación entre el artista haitiano y su mánager amenaza con llegar a los tribunales.
Los amores entre el artista que emergió como pólvora de las redes sociales, el haitiano Rumai, mejor conocido como Palito de Coco y el comunicador vegano Oliver Peña, terminaron rápido y de muy mala manera.
El vendedor del dulce que fue sacado de las calles de Hato Yaque recientemente, por el empresario vegano y llevado en jeepeta a una residencia en La Vega con todo y familia, donde le refinaron la imagen y lo mantuvieron oculto, mientras la red explotaba en seguidores ansiosos por saber de su paradero de “la nueva estrella”.
La percepción era de que el primero que lograra establecer contacto y negocios con el repentino cantante, llenaría sus arcas de dinero dada la popularidad que tenía alguien que con una música improvisada usando su bandeja como instrumento y sin saber quién era, ya sonaba insistentemente en la radio dominicana.
La ansiedad por saber su paradero llevó a algunos artista como Amara La Negra a ofrecer recompensa por la información, no obstante, quien tuvo la fortuna del primer encuentro fue Oliver Peña, así apareció Rumai, de la mano de un empresario rebosante de alegría quien lo presentó en televisión con bombos y platinos al nuevo personaje de la farándula.
Pero con la aparición de Rumai, comenzó a descender su estrella, la gente lo vio, lo celebró y Oliver anunció sus próximo trabajo, una producción con más de diez temas, se hicieron presentaciones en los medios de comunicación y una intervención en el Estadio Cibao.
La debacle comenzó a ser notoria cuando apareció “el Feo del Merengue” reclamando la autoría del pegajoso tema. Ahora que la burbuja de Palito de Coco explota, explota también el artista con estas denuncias y las consecuentes amenazas del empresario de someter a su prospecto a la justicia para que pague con cárcel “su ingratitud”.
Cercanos a Palito de Coco, alegan que su pariente fue engañado, porque no sabe el idioma, lo aislaron para que nadie lo asesorara y que él mismo no sabe lo que firmó. Actualmente el novedoso personaje dice vive de la caridad de un amigo que lo alojó en su casa.
Uno que ha visto tantos trucos en estos menesteres prefiere creer que se trata de un truco publicitario, o puede ser que el botín no contenga las joyas que se creía, lo cierto es que “Lo que rápido se hace lento de llora”.
El vendedor del dulce que fue sacado de las calles de Hato Yaque recientemente, por el empresario vegano y llevado en jeepeta a una residencia en La Vega con todo y familia, donde le refinaron la imagen y lo mantuvieron oculto, mientras la red explotaba en seguidores ansiosos por saber de su paradero de “la nueva estrella”.
La ansiedad por saber su paradero llevó a algunos artista como Amara La Negra a ofrecer recompensa por la información, no obstante, quien tuvo la fortuna del primer encuentro fue Oliver Peña, así apareció Rumai, de la mano de un empresario rebosante de alegría quien lo presentó en televisión con bombos y platinos al nuevo personaje de la farándula.
Pero con la aparición de Rumai, comenzó a descender su estrella, la gente lo vio, lo celebró y Oliver anunció sus próximo trabajo, una producción con más de diez temas, se hicieron presentaciones en los medios de comunicación y una intervención en el Estadio Cibao.
La debacle comenzó a ser notoria cuando apareció “el Feo del Merengue” reclamando la autoría del pegajoso tema. Ahora que la burbuja de Palito de Coco explota, explota también el artista con estas denuncias y las consecuentes amenazas del empresario de someter a su prospecto a la justicia para que pague con cárcel “su ingratitud”.
Cercanos a Palito de Coco, alegan que su pariente fue engañado, porque no sabe el idioma, lo aislaron para que nadie lo asesorara y que él mismo no sabe lo que firmó. Actualmente el novedoso personaje dice vive de la caridad de un amigo que lo alojó en su casa.
Uno que ha visto tantos trucos en estos menesteres prefiere creer que se trata de un truco publicitario, o puede ser que el botín no contenga las joyas que se creía, lo cierto es que “Lo que rápido se hace lento de llora”.
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